IDENTIDAD
- Marina Sosa
- 19 jul 2018
- 4 Min. de lectura

Un día como hoy hace 6 meses escribí la primer entrada del año y honestamente ¡extrañaba mucho hacerlo! así que nuevamente estoy de regreso para seguir compartiendo con ustedes. El término ''identidad'' abarca diferentes conceptos como identidad cultural, identidad sexual, identidad política e identidad personal ''nuestro auto concepto'', sin embargo esta entrada será acerca de la identidad personal así que comencemos con su definición. La identidad es una serie de características, rasgos e informaciones que singularizan o destacan a alguien, es decir implica todo aquello que lo hace ser quien es.
Pensar en Identidad es responder a la pregunta ¿Quién soy? Nuestra identidad personal está conformada por rasgos heredados e innatos, pero también es innegable que la experiencia y el contexto en el que nos desenvolvemos también presentan influencia en la conformación de ella. La identidad puede adquirirse indirectamente de padres, compañeros y otros modelos a seguir. Los niños por ejemplo llegan a definirse a sí mismos en términos de cómo piensan que sus padres los ven, eso significa que si sus padres los ven como inútiles, llegarán a definirse a sí mismos como inútiles y esa hubiera podido ser la historia de Jabes.
Jabes era un joven muy peculiar y diferente a sus hermanos porque él había puesto su confianza en Dios y además porque su nombre significaba ‘’dolor’’. La madre en la cultura hebrea daba el nombre al niño según lo que ella deseaba que el llegara a ser o de acuerdo a un evento ya fuera una bendición o una maldición. Eso significa que debido a su nombre siempre fue recordado de las circunstancias negativas de su nacimiento, ‘’por cuanto había provocado tanto dolor’’.
Ahora, Jabes había ‘’heredado’’ una identidad a través de su familia, él pudo haberse desarrollado en base a lo que escuchaba, lo que representaba él para su madre y eso lo hubiera enfrascado en una vida de miseria emocional evitando su verdadero propósito. Sin embargo él decidió acudir a lo que Dios podría hacer por él y sus palabras para con Dios fueron: te ruego que me bendigas y aumentes mi territorio (dame una visión mayor). Quédate junto a mí y líbrame del mal para que yo no pase sufrimiento…. Y Dios le concedió lo que pidió. (Puedes seguir leyendo en I Crónicas 4: 9- 10).
Jabes estaba seguro de quién era Dios, de sus atributos y sus propósitos para con él, entonces eso le permitía reconocer que él era más que un fracasado que representaba dolor. Cuando permanecemos en Jesús y en la palabra de Dios entendemos que somos personas escogidas, sacerdotes al servicio del Rey, una nación santa y un pueblo adquirido por Dios 1 Pedro 2:9.
El no reconocer el valor ni el costo de nuestras vidas nos hace creer que tenemos el poder de afectar o quitar el valor que otros poseen. La falta de identidad hará que la persona sea sumamente influenciable a las opiniones ajenas y a la deriva en materia de acciones; como por ejemplo el exorbitante incremento de casos de suicidio y ataques en contra de los derechos de la vida.
Las circunstancias y los entornos no deberían definir nuestro autoconcepto. María magdalena estaba a punto de cambiar para siempre quien era tan solo por tener un encuentro con alguien. Cierto día María es llevada en contra de su voluntad, siendo arrastrada y señalada por aquellos que la habían encontrado en adulterio a Jesús para que hiciera con ella lo que se suponía según la ley debía hacer. Sin embargo Jesús, no estaba impresionado por lo que los demás decían acerca de ella, es decir estaba fallando tal cual los demás y es por eso que no la iba a juzgar.
Debido a ello al ver su actitud y sus palabras confrontativas respecto a que ellos eran tan pecadores como ella, los que la llevaban se marcharon, sin embargo ella se mantuvo ahí esperando a que él hiciera lo que los demás debieron haber hecho y la llamara por lo que ella creía ser y por lo que hacía; pero Jesús veía lo que podía llegar a ser y no en lo que ella se había convertido.
Por lo tanto sus palabras fueron las siguientes: ‘’Ni yo te juzgo, vete y no peques más’’. Jesús no la estaba juzgando pero le hacía ver que era necesario que no continuara su vida con lo que ella venía haciendo y ese encuentro con Jesús transformó la base en la que ella había desarrollado su identidad y jamás volvió a ser la misma.
María Comprendió que era inmerecedora pero que valía mucho más de lo que las circunstancias le habían hecho creer. Además era amada y que tenía un propósito; pero solo lo pudo comprender porque decidió dejar de verse a sí misma y empezó a ver a Jesús y todo lo que la cruz representaba.
Finalmente debemos comprender que nosotros tanto adultos, como jóvenes, profesionales, estudiantes, ancianos, famosos, con bajos recursos económicos y aquellos que lo tienen todo, podemos llegar a sentir que no pertenecemos ni en lugares, ni con personas o también ni siquiera en esta vida. Sin embargo con estos dos personajes comprendemos que nada vuelve a ser igual cuando nos encontramos con Jesús.
Al mirar a Jesús encontramos y reforzamos nuestra identidad, porque nadie más que él nos da la oportunidad de ser llamados hijos de Dios, si tenemos al hijo, tenemos al padre, es decir tenemos perdón, amor, libertad, salvación, sanidad, propósitos y vida eterna.
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